Por: Yvette Mendoza Bañuelos
La relación con los padres es sin
duda un aspecto muy importante del trabajo docente, sin embargo no es un tema
que se trate muy a menudo durante la formación inicial y en ninguna universidad
se dan clases de cómo tratar con los padres de los alumnos porque se da por
sentado que tener buenas habilidades interpersonales viene con la vocación de
enseñar, pero ¿realmente es así? Perrenoud (2004) menciona que el informar e
implicar a los padres forma parte de las funciones de los profesores y es una
obligación escolar que requiere de una serie de competencias, asimismo señala
que la relación entre padres y profesores no es sencilla puesto que muchas
veces existe desconfianza por parte de uno u otro y los docentes, en un intento
de protegerse, se cierran a las críticas y deseos de los padres.
¿Qué hacer en este caso? Pedir
comprensión acerca del punto de vista y del sentir de cada parte involucrada
podría parecer, muchas veces, imposible: las familias ahora tienen menos hijos
y centran su atención en ellos, por otro lado dentro del aula son en promedio
30 (o más en escuelas públicas) alumnos por los que hay que ver y asegurarse de
que aprendan. Un padre esperará que se esté siempre pendiente de su hijo, aun
sabiendo que el profesor debe repartir su tiempo entre todos los niños de su
grupo y esto puede parecer injusto para el maestro; hasta aquí parece difícil
conseguir abrir un dialogo positivo entre padres y maestros, en especial porque
muchos ya no creen en él o le temen (Perrenoud, 2004), pero debemos recordar
que este dialogo es necesario para que el estudiante logre un mejor desarrollo.
Primeramente, cabe señalar, que está en el profesor la mayor parte del trabajo
porque independientemente de si el padre pide, o no, un informe sobre la
conducta y los avances de su hijo, éste debe evaluar y hacer llegar dichos
resultados a las familias y comunicarles si se presenta algún problema, así que
si los adultos responsables del alumno no inician la comunicación con la
escuela el docente debe hacerlo, ya sea como mero requisito del plantel, como
una forma de facilitar su labor de enseñanza o por un sincero interés en el
bienestar de sus estudiantes. Luego está la cuestión del apoyo de los padres,
como se mencionó anteriormente, entablar una buena relación con ellos es parte
importante para que los niños y jóvenes obtengan un buen desarrollo, puesto que
la educación es un trabajo en equipo en el que la escuela, la familia y el
alumno deben hacer su parte para cumplir con los objetivos que se proponen;
además, la comunicación con los padres evita que se envíen mensajes confusos o
contradictorios a los alumnos por las diferentes normas que se manejan en el
hogar y en aula de clases, por ejemplo, cuando un compañero golpea a otro: la
maestra puede decirle al niño agredido que no debe pelear y que recurra a un
adulto para pedir ayuda, en cambio la madre dirá que no permita que le peguen y
que si alguien le hace daño que se defienda y regrese el golpe, entonces el
niño no estará seguro de a quien escuchar y le creará un conflicto. En esta
situación el tipo de comunicación que se mantenga con la madre será crucial
para diseñar una estrategia que haga posible que ninguna de las dos partes
pierda autoridad frente al niño.
Mantener informados a los padres es
especialmente importante en el nivel de preescolar porque la edad de los
alumnos es menor y las familias se sienten aun un poco aprensivas por dejar a
sus pequeños fuera de casa por tanto tiempo: en esta etapa quieren saberlo todo
y por lo general es cuando se mantiene una relación más estrecha entre
educadoras y padres de familia, a diferencia del nivel primaria o secundaria,
por lo que se debe mantener la mente abierta para escuchar las inquietudes o
dudas de los padres sin ponerse a la defensiva, analizar la situación e
identificar si ésta ocasiona una auténtica preocupación o no hay fundamentos
para ella. Implicar a las familias es hacerlas partícipes de la educación de
los niños, no solo vigilando que realicen y entreguen sus tareas, sino también
hacerlas formar parte de la escuela incluyendo a los padres en actividades
escolares, orientarlos para buscar ayuda especial cuando así se requiera y que
motiven a sus hijos a aprender. No debemos olvidar que nadie es responsable por
lo que hacen los padres, pero que como docente se tiene que responder ante la
propia institución y ante las autoridades educativas y que teniendo este papel
de profesionales con responsabilidades es un deber hacer saber a las familias
acerca del desempeño de sus niños en el ambiente escolar.
Esta
competencia no se enseña, pero se mejora conforme se adquiere experiencia y
abarca más que organizar reuniones con los padres para entregar calificaciones
porque el dialogo con la familia debe ser constante para mantener a los padres
informados y no esperar al final del bimestre para hablar con ellos sobre los
progresos o dificultades de los alumnos en una reunión general. Puede ser
complicado en algunos casos, pero la comunicación con los padres es importante
y forma parte del trabajo docente por lo que no hay que olvidarse de él sino
buscar alternativas que permitan un acercamiento entre padre y profesor.
Fuente de consulta:
No hay comentarios:
Publicar un comentario